La Iglesia Católica dedica cada uno de los meses a una devoción en especial. En esta ocasión, agosto está dedicado al Sagrado Corazón de María.

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¿Por qué la Iglesia dedica agosto al Inmaculado Corazón de María?

La devoción al Inmaculado Corazón de María, junto con la del Sagrado Corazón de Jesús, fue promovida por San Juan Eudes, en el siglo XVII.

Fue hasta 1944 que el Papa Pío XII extendió esta devoción a toda la Iglesia, fijando su celebración el 22 de agosto, ocho días después de la fiesta de la Asunción.

Debido a la renovación litúrgica, se le restó importancia a esta celebración se restó importancia para darle mayor peso a otras fiestas marianas, y se cambió la fecha para un día posterior a la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús. 

No obstante, la tradición marcó el mes de agosto para recordarnos el significado de esta devoción, en el que le pedimos a María un corazón puro para ser verdaderos templos del Espíritu Santo.

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Simbolismo del Inmaculado Corazón de María

Inmaculado Corazón de María

Inmaculado Corazón de María

  • Corazón: símbolo de amor maternal
  • Fuego: su corazón arde por amor a Jesús y a nosotros, sus hijos
  • Espada: símbolo de sus dolores. Como le expresó Simeón durante la Presentación de Jesús en el templo: “y a ti misma una espada te atravesará el corazón” (Lucas, 2,35).
  • Flores: símbolo de su pureza. 

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Oración al Inmaculado Corazón de María

Acuérdate, Nuestra Señora del Sagrado Corazón,
de las maravillas que el Señor hizo en ti:
Te eligió por madre y te quiso junto a su cruz.

Hoy te hace compartir su gloria y escucha tus súplicas.
Ofrécele nuestras alabanzas y nuestra acción de gracias.
Preséntale nuestras peticiones.
(Aquí se pide la gracia que se desea obtener)

Haznos vivir, como tú, en el amor de tu Hijo,
para que venga a nosotros su reino.

Conduce a todos los hombres
a la fuente de agua viva que brota de su Corazón,
derramando sobre el mundo
la esperanza y la salvación, la justicia y la paz.

Mira nuestra confianza, atiende nuestra súplica
y muéstrate siempre Madre nuestra.

Amén

Fuentes: Catholic.net y Aciprensa

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