Un día después de la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, se celebra la fiesta del Inmaculado Corazón de María, que este año será el 8 de junio.

Estas celebraciones contiguas expresan la unidad que existe entre el corazón de la Madre y el Hijo. Al mismo tiempo, subraya que en María todo está referido a Jesús, por lo cual, ella es un camino firme para acercarnos al Señor y conocer su Sagrado Corazón.

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¿De dónde proviene la fiesta del Inmaculado Corazón de María?

Esta fiesta fue establecida por el Papa Pío XII en 1944, con la finalidad de que la Iglesia comprendiera mejor la profundidad del amor mariano, volcado en primer lugar sobre Jesús y, por Él, al resto de la humanidad.

Pio XII quiso que, por medio de la intercesión de María, sea posible obtener “la paz entre las naciones, libertar para la Iglesia, la conversión de los pecadores, amor a la pureza y a la práctica de las virtudes”.

Tiempo después, el Papa San Juan Pablo II declaró la observancia obligatoria de esta festividad en honor a la Madre de Dios; es decir, que es una fiesta de carácter obligatorio y no puede tomarse como opcional, celebrándose en todo el mundo.

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La devoción al Inmaculado Corazón

En una de las apariciones de la Virgen de Fátima a los tres pastorcitos en 1917, la Virgen dijo a Lucía: “Jesús quiere servirse de ti para darme a conocer y amar. Quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón… a quien le abrazare le prometo la salvación y serán queridas sus almas por Dios como flores puestas por mí para adornar su Trono”. 

Posteriormente, la Virgen se dirigiría a los pastorcitos con estas palabras:

“¡Sacrificaos por los pecadores y decid muchas veces, y especialmente cuando hagáis un sacrificio: Oh, Jesús, es por tu amor, por la conversión de los pecadores y en reparación de los pecados cometidos contra el Inmaculado Corazón de María!”.

Años después, cuando Lucía se encontraba como postulante en el convento carmelita de las Doroteas en Pontevedra, España, la Virgen se le apareció nuevamente, con el Niño Jesús en brazos y le mostró su corazón rodeado de espinas.

La Virgen le dijo:

“Mira, hija mía, mi Corazón cercado de espinas que los hombres ingratos me clavan sin cesar con blasfemias e ingratitudes… Tú, al menos, procura consolarme y di que a todos los que, durante cinco meses, en el primer sábado, se confiesen, reciban la Sagrada Comunión, recen el Rosario y me hagan compañía durante 15 minutos meditando en los misterios del rosario con el fin de desagraviarme, les prometo asistir en la hora de la muerte con las gracias necesarias para su salvación”.

Con información de Aciprensa

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