ESTABA DORMIDO
Mt 8, 23-27
En aquel tiempo, Jesús subió a una barca junto con sus discípulos. De pronto se levantó en el mar una tempestad tan fuerte, que las olas cubrían la barca; pero él estaba dormido. Los discípulos lo despertaron, diciéndole: “Señor, ¡sálvanos, que perecemos!”
Él les respondió: “¿Por qué tienen miedo, hombres de poca fe?” Entonces se levantó, dio una orden terminante a los vientos y al mar, y sobrevino una gran calma. Y aquellos hombres, maravillados, decían: “¿Quién es éste, a quien hasta los vientos y el mar obedecen?”.
1- Pero él estaba dormido.
Dios nunca duerme. Mi Padre trabaja siempre y yo también. El silencio de Dios es abrumador y habla más que mil palabras. Aún en su “descanso” Dios vela por nosotros, trabaja y va construyendo el universo. Aprendamos que el descanso y el dormir es parte importante y esencial de la vida, en ello, Dios hace obras maravillosas. “Dios lo da a sus amigos mientras duermen”.
¿Descansas, duermes, Confías en Dios?
2- ¿Por qué tienen miedo, hombres de poca fe?
La obra es de Dios, y él la sacará adelante, él ha creado el universo y llevara a feliz término su obra, él nos ha dado la vida y no permitirá que ninguno perezca, no permitirá que triunfe la muerte, él nos ha creado para siempre y ya ha resuelto el entuerto de la muerte. Cree en Dios, confía en Dios, en sus planes y en su poder.
¿Tienes miedo?
3- Entonces se levantó, dio una orden terminante…
Resucitó, surgió, despertó, se levantó con su fuerza, con su poder y sus enemigos se estremecieron, cayeron rostro en tierra. No pudieron resistir su resplandor, ni lo dulce de su voz, ni el sonido de sus trompetas. El dedo de Dios es más poderoso que todas las fuerzas del universo. La voz del Señor es poderosa, la voz del Señor es magnífica, la voz del Señor estremece, esta por encima de la tempestad, es suave brisa, envía una orden y se derriten, sopla su aliento corren.
¿El Señor, vive en ti, reina en ti, habla en ti?
Oración
Señor Jesús, que descansas confiado en los brazos de tu Padre, que duermes sin miedo en medio de las tormentas, levántate, resplandece, muestra tu poder y tu gloria, para que sepan como nosotros lo sabemos, que tu eres Dios y no hay otro; concédenos la gracia de descansar y trabajar contigo, sin temor, sin angustia, sin miedo, con y por la alegría de tu resurrección.
Descubre más información para vivir tu fe en Diócesis de Azcapotzalco