¿Qué nos ordena el sexto mandamiento? Este ordena que “no cometerás adulterio” (Ex 20, 14; Dt 5, 17). Y Jesucristo enseña a sus discípulos>: “Pues yo os digo: Todo el que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón” (Mt 5, 27-28).
Por: Pbro. Jesús María Sánchez Montejano, comisionado de Liturgia de la Diócesis de Azcapotzalco
Te puede interesar: ¿Cuál es la diferencia entre castidad, abstinencia sexual y celibato?
¿Qué significa la palabra adulterio en el sexto mandamiento?
Alterar fraudulentamente – o sea tramposamente – la composición de algo, de alguien o de una acto y hacerlo ver como si fuera auténtico y verdadero.
¿A que se refiere o que nos quiere decir el sexto mandamiento? Se refiere como deben ser las relaciones entre las personas tomando en cuenta su sexo determinado y diferenciado.
La determinación del sexo se encuentra (en los cromosomas del ADN que se encuentran) en las células del cuerpo y se queda en los huesos (los cromosomas son sustancias químicas que trasmiten la información genética.
¿Por qué las relaciones humanas tienen que ver con el sexo?
Porque el sexo significa un impulso y poder diferenciado que capacita a la persona para establecer vínculos de intimidad amorosa entre la mujer y el varón, que les da satisfacción de estar juntos y de engendrar nuevo seres humanos.
¿Cuál es el verdadero sentido que la palabra de Dios les da a las relaciones entre la mujer y el varón? El verdadero sentido que les da la Palabra de Dios es que el ser humano ha sido creado para ser plenamente humano en la unidad de mujer y varón, con igual dignidad personal, y ha inscrito en él la vocación del amor y de la comunión, para reflejar el amor y la comunión con Dios.
…dijo el Señor Dios: «No conviene que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada».
¿Qué necesita el ser humano para vivir esta vocación?
Como persona con libertad y con inteligencia cada uno debe reconocer, aceptar y amar su propia identidad sexual, su especificidad y complementariedad, así como la importancia que esta tiene para toda la persona.
El sexto mandamiento nos dice que las relaciones entre las personas no deben ser descompuestas ni tenerlas haciendo que parezca una relación de amor lo que no lo es, y que hay unidad donde no existe realmente, o que bajo el pretexto del amor un hombre aparezca o se le haga aparecer como mujer o una mujer aparezca o se le haga aparecer como varón.
¿Nacemos completamente identificados con el propio cuerpo y el propio sexo?
- Cuando uno nace las funciones corporales y la distinción sexual son menos notorias, más elementales y menos complejas. POR ESO necesitamos en la medida que vamos creciendo ser enseñados a lograr esta identidad, uso y dominio de nuestro cuerpo y de sus funciones.
¿Cuáles son estas funciones?
Estas funciones se distinguen en tres dimensiones, la biológica o genital, la psicológica o emocional, dialógica, socio cultural y la espiritual. Y necesitamos ser enseñados y aprender a tener conocimiento, dominio de ellas y manejarlas para el propio bien y el de los que nos rodean, conforme a nuestra propia sexualidad.
¿Qué podemos aprender del sexto mandamiento?
Qué aún siendo personas libres, el don de poseer sexo diferenciado y determinado influye nuestra personalidad, por lo que debemos aprender a conocernos y aceptarnos nosotros mismos, y aprender a reflejar la imagen y la semejanza de Dios en nuestro pensamientos, palaras y acciones, por medio de nuestro cuerpo, según el propio sexo, integrándolo con las facultades del alma (inteligencia, voluntad, consciencia, sentimiento y capacidad de amar).
Y que por lo tanto debemos compartir esa diferenciación respetando el cuerpo humano diferenciado, según la propia edad, con responsabilidad, y ayudando a los demás a ser ellos mismos.
¿Esto se aprende por uno mismo?
Para aprender necesitamos la ayuda de nuestros padres en primer lugar, pero también con la ayuda de la sociedad en que vivimos (religión, escuela, expresiones culturales)
Tenemos la obligación de conocer y aceptar el cuerpo, la diferenciación sexual, y el alma de nuestros semejantes con su ayuda, y sobre todo con la ayuda de los que ya son responsables de su propia vida, para que nos enseñen cómo funcionan.
Ante todo hay que aprender a hacernos responsables de nuestra propia vida y saber amarnos a nosotros mismos, para tomar el acuerdo de compartir la vida con el prójimo, según su sexo, y formar un matrimonio en que se brinde mutuamente la ayuda para alcanzar las satisfacciones que hacen feliz a una persona, entre las más importantes:
- de saberse capaz de amar y ser amado,
- de aceptar y ser aceptado,
- la de procrear amando a otro(a)(s) con el amor con el que la pareja se ama.
Cuando el matrimonio se encuentra físicamente impedido para este fin, existe siempre la posibilidad de adoptar a una persona que carezca de las condiciones para ser amado por un buen matrimonio .
- y de reflejar en su relación el amor de Dios a la humanidad.
¿A que nos exponemos si no tomamos en cuenta a Dios y quien tiene autoridad para ayudarnos a vivir bien?
Por el hecho de que aprendemos a elegir y no nacemos sabiendo como, estamos expuestos a la tentación de precipitarnos y elegir con egoísmo, sin saber causas ni medir las consecuencias que eso puede traer sobre uno mismo y los demás, por eso hay que alejarnos de la tentación de formarnos una idea falsa, o sea adulterada, de las relaciones entre varón y mujer y dejarse arrastrar por ella en nuestros actos.
Hay grupos humanos que manipulan estas ideas particulares o falsas, llamadas “ideologías” basadas en la realidad pero enfocadas limitadamente.
Si queremos ser discípulos de Cristo y ayudar al orden social en las relaciones entre varones y mujeres es necesario evitar las siguientes tentaciones:
- De usar del cuerpo de uno para obtener autosatisfacción – “sentir bonito” uno solo.
- De usar o usar el cuerpo y la genitalidad de otros para sentirse bien uno.
- De comprometer el propio cuerpo y genitalidad con una persona del sexo opuesto sin conocimiento, ni capacidad de ser responsables de uno mismo, ni compromiso de ver uno por el otro, ante la sociedad y la comunidad religiosa.
- De alterar la propia sexualidad experimentado como se siente ser del sexo opuesto.
- De soportar que se le trate a uno como si fuera del sexo opuesto al propio.
- De conducir tramposamente a otros a actuar contrariamente a su sexualidad.
- De confundir el amor a uno mismo con la necesidad de ser amado usando a otras personas para que me amen abusando de sus sentimientos.
- De confundir la falta de amor a uno mismo con dejarme usar por otros para que abusen satisfaciendo falsamente mi necesidad.
Si se cometen con menores, estos actos son un atentado aún más grave contra su integridad física y moral y deben ser denunciados.
Hay personas que han vivido desde su infancia bajo algunas de estas situaciones sin haber tenido la oportunidad de evitarlas, decidirlas o expresarlas, y merecen respeto y aceptación, y pueden acercarse a Dios y responder al llamado del Señor Jesucristo para relacionarse con los demás en amistad desinteresada, con dominio de sí mismos, orden y respeto.
Hay otros que han sufrido algún abuso de otros, ellos deben gozar del derecho a ser acompañadas respetuosamente y con amor, para sanar su personalidad, y descubrir la salvación que Jesús nos brinda mediante el perdón de los pecados, y la aceptación incondicional de todos aquellos que se reconocen necesitados de salvación.
Los grupos que adoptan ideologías como la “ideología de género” aprovechan la situación de estas personas para ganar partidarios que sigan los intereses del grupo.
Nadie puede imponer las ideas de uno a otro, pero todos tenemos derecho a no estar de acuerdo con ideologías equivocadas.
¿Qué debo hacer para vivir felizmente mi sexualidad?
- Conocerme con la ayuda de los que me aprecian y buscan mi desarrollo físico y espiritual, como se había señalado antes.
- Aceptarme enteramente y aprender a realizarme conforme al don de la sexualidad que se me ha concedido y cuando encuentre alguna dificultad para ello pedir ayuda a personas maduras que saben aceptar y apreciar a los demás buscando su bien en lo físico, lo espiritual y lo social.
- Saber vivir con respeto a mí mismo y a los demás según las etapas de mi desarrollo.
- Aprender a tener dominio de mi mismo, de mi cuerpo, de mis sentimiento y de mis emociones.
Hay personas que por diversos motivos caen en la falsa idea de confundir dominio de uno mismo con “reprimirse”.
Dominios de sí significa controlar los pensamientos, emociones y comportamientos para vivir una vida auténtica y plena.
Reprimirse significa rechazar, ocultar o negar los pensamientos, emociones o deseos propios o de otros, sin resolverlos o encausarlos.
- Aprender a apreciar y respetar mi cuerpo y el cuerpo de los que me rodean tratándolos según su condición física y sexual.
Cuando integramos todo esto en nuestra vida vivimos lo que se llama la virtud de la castidad, como la sexualidad, la castidad también es un don de Dios y por lo tanto hay que buscar y pedir que se nos conceda vivirla.
Esto nos enseña la doctrina de la Iglesia para que Cristo habite entre nosotros y nos guíe con su Espíritu Santo.
¿Qué es la castidad?
La castidad es la positiva integración de la sexualidad en la persona. La sexualidad es verdaderamente humana cuando está integrada de manera justa en la relación de persona a persona. La castidad es una virtud moral, un don de Dios, una gracia y un fruto del Espíritu.
¿Qué supone la virtud de la castidad?
La virtud de la castidad supone la adquisición del dominio de sí mismo, como expresión de libertad humana destinada al don de uno mismo. Para este fin, es necesaria una integral y permanente educación, que se realiza en etapas graduales de crecimiento.
¿Cuáles son los principales pecados contra la castidad?
Son pecados gravemente contrarios a la castidad, cada uno según la naturaleza del propio objeto: el adulterio, la masturbación, la fornicación, la pornografía, la prostitución, el estupro y los actos homosexuales. Estos pecados son expresión del vicio de la lujuria. Si se cometen con menores, estos actos son un atentado aún más grave contra su integridad física y moral.
El estupro es el nombre que recibe el uso carnal de un adolescente (menor de 12 a 17 años) con engaños por parte de un adulto.
Se aprende a amar humanamente en las diferentes relaciones que existen entre varón y mujer: empezando por la relación conyugal (varón y mujer que deciden unir sus vidas y compartirlas), luego por la relación paternal (hijo/hija con el padre), y maternal (hijo/hija con la madre), junto con la relación fraternal (entre hermanos), parental (con los parientes varones y/o mujeres).
De la base de las relaciones familiares se parte para aprender a amar y entrar en comunión con otras personas fuera de la familia, en las distintas instituciones y actividades donde a su vez cuando actúan conforme a los valores y principios que promueven la sana convivencia con respeto, con sentido fraterno y en vistas a compartir cuanto puede unirnos unos a otros, estas enriquecen y ayudan a hacer mejor la relación familiar y la dignidad humana tanto de la mujer como del varón en su integridad como persona espiritual, física y sexual
La castidad es la positiva integración de la sexualidad en la persona. La sexualidad es verdaderamente humana cuando está integrada de manera justa en la relación de persona a persona. La castidad es una virtud moral, un don de Dios, una gracia y un fruto del Espíritu.
¿Qué supone la virtud de la castidad?
La virtud de la castidad supone la adquisición del dominio de sí mismo, como expresión de libertad humana destinada al don de uno mismo. Para este fin, es necesaria una integral y permanente educación, que se realiza en etapas graduales de crecimiento.
¿De qué medios disponemos para ayudarnos a vivir la castidad?
Son numerosos los medios de que disponemos para vivir la castidad: la gracia de Dios, la ayuda de los sacramentos, la oración, el conocimiento de uno mismo, la práctica de una ascesis adaptada a las diversas situaciones y el ejercicio de las virtudes morales, en particular de la virtud de la templanza, que busca que la razón sea la guía de las pasiones.
¿De qué modos todos están llamados a vivir la castidad?
Todos, siguiendo a Cristo modelo de castidad, están llamados a llevar una vida casta según el propio estado de vida: unos viviendo en la virginidad o en el celibato consagrado, modo eminente de dedicarse más fácilmente a Dios, con corazón indiviso; otros, si están casados, viviendo la castidad conyugal; los no casados, practicando la castidad en la continencia.
¿Cuáles son los principales pecados contra la castidad?
Son pecados gravemente contrarios a la castidad, cada uno según la naturaleza del propio objeto: el adulterio, la masturbación, la fornicación, la pornografía, la prostitución, el estupro y los actos homosexuales. Estos pecados son expresión del vicio de la lujuria. Si se cometen con menores, estos actos son un atentado aún más grave contra su integridad física y moral.
¿Por qué el sexto mandamiento prohíbe todos los pecados contra la castidad?
Aunque en el texto bíblico del Decálogo se dice «no cometerás adulterio» (Ex 20, 14), la Tradición de la Iglesia tiene en cuenta todas las enseñanzas morales del Antiguo y del Nuevo Testamento, y considera el sexto mandamiento como referido al conjunto de todos los pecados contra la castidad.
¿Cuáles son los deberes de las autoridades civiles respecto a la castidad?
Las autoridades civiles, en cuanto obligadas a promover el respeto a la dignidad de la persona humana, deben contribuir a crear un ambiente favorable a la castidad, impidiendo inclusive, mediante leyes adecuadas, algunas de las graves ofensas a la castidad antes mencionadas, en orden sobre todo a proteger a los menores y a los más débiles.
Descubre más información para vivir tu fe en Diócesis de Azcapotzalco