La Cuaresma se inicia con la celebración de las Cenizas, un rito con un fuerte simbolismo bíblico, que se impuso tardíamente en la liturgia. l presbítero Jesús María Sánchez Montejano, encargado de la Comisión de Liturgia de la Diócesis de Azcapotzalco, nos comparte su profundo significado.

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¿Qué simbolizan las cenizas?

Cenizas

Cenizas

En la Biblia, las cenizas son el signo que expresa la tristeza del hombre ante el dolor. «Me arroja por tierra, en el fango, confundido con el barro y la ceniza», grita Job tras haberlo perdido todo (Job 30, 19) mientras que Tamar, hija de David, se «esparció ceniza en la cabeza» después de haber sido violada (2 Sam 13, 19). Cubrirse de ceniza, acostarse en ceniza, se convirtió, lógicamente, en símbolo de duelo: «Capital de mi pueblo, vístete de saco, acuéstate en ceniza; haz duelo como por un hijo único», pide Jeremías a Jerusalén (Jer 6, 26).

De manera más profunda, la ceniza es inseparable del polvo -los traductores griegos de la Biblia emplearon a menudo una palabra por la otra- pues nos recuerda la procedencia del hombre antes de que Dios le insuflara la vida. «Les retiras el aliento, y expiran y vuelven a ser polvo», canta el salmista (Sal 103, 29), mientras Dios advierte a Adán: «Pues eres polvo y al polvo volverás» (Gén 3, 19).

La ceniza simboliza también la nada que es el hombre ante la absoluta transcendencia de Dios, que se revela a Moisés en una zarza ardiente que no se consume. Es, por lo tanto, el estado al que volverá el pecador que se aleja de Dios. Lo mismo le sucede al idólatra, que «se satisface con cenizas» (Is 44, 20) y cuyo «corazón es ceniza» (Sab 15, 10). Es también la ceniza que los profetas prometen a los pecadores: «Te reduje a cenizas sobre la tierra», previene Ezequiel (Ez 28, 18); «Pisoteáis a los malvados, que serán como polvo bajo la planta de vuestros pies», anuncia Malaquías (Mal 3, 21). Por analogía, al cubrirse la cabeza de ceniza los pecadores reconocen su estado y se convierten en penitentes: el rey de Nínive, tras la predicación de Jonás, «se cubrió con rudo sayal y se sentó sobre el polvo» (Jon 3, 6).

Para la Biblia, sin embargo, este gesto de penitencia anticipa también la victoria para quien confía en Dios. Es el caso de Judit que, para rezar a Dios antes de combatir al babilonio Holofernes, «se echó ceniza en la cabeza y descubrió el saco que llevaba puesto» (Jdt 9, 1). Por otra parte, según Isaías, el Mesías se manifestará consolando «a los afligidos» y poniéndoles «una diadema en lugar de cenizas» (Is 61, 3).

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¿Con qué se hacen las cenizas?

Tradicionalmente, las cenizas utilizadas el miércoles, que indican el inicio de la Cuaresma, proceden de la incineración de los ramos bendecidos el domingo de Ramos.

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