Desde hace algunos años, se hizo viral una publicación sobre los 7 pecados capitales en asociación con las redes sociales, y cómo cada una de estas representaba uno de estos pecados. Hasta la fecha, sigue vigente en nuestra memoria, y hay quien la retome si la llega a encontrar en su feed.

¿Creíste que era solamente un meme? La situación va más allá: esta idea surgió de Reid Hoffman, fundador de Linkedin, que explicó una teoría que resultó bastante impactante:

“Las redes sociales funcionan cuando representan uno de los siete pecados capitales”. Más allá del marketing, como cristianos, esta teoría nos puede ayudar a reflexionar sobre el uso que le damos a nuestras distintas redes sociales. La Cuaresma es un momento propicio para reflexionar sobre nuestra presencia en el mundo digital y si nuestras acciones, en redes sociales, son un anuncio del evangelio, o bien, una ocasión de pecado.

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Los 7 pecados capitales y sus redes sociales

 
 
 
 
 
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PEREZA: Tiktok y servicios streaming

En primer lugar, analicemos la pereza y cómo es incentivada por las redes sociales. ¿Has pasado horas del día con tu celular en mano haciendo scroll mientras ves videos de TikTok, o viendo capítulos enteros de alguna serie en Netflix?

GULA: Instagram

Una red social tan atractiva visualmente y con tanta interacción como Instagram, logra que uno se deje vencer por los impulsos para ver actualizaciones, notificaciones, ver foto o publicar instantes.

Esto, sin duda, provoca una indigestión, pero digital.

SOBERBIA: Facebook

Esta red social es el reflejo del valor constante de la influencia y alcance que se puede tener por medio de interacciones virtuales y oferta de métricas.

Además, hay un impulso y éxtasis de compartir frases y comentarios que se consideran la verdad absoluta. Nunca antes la gente había sido tan “experta”, y bastante “sabia”.

LUJURIA: Tinder

Esta red despierta la obsesión de conocer información y ver imágenes de otros, con el objetivo de obtener nuevas relaciones sociales, y que se priva de una vida satisfactoria y relaciones reales.

Algo que no se puede ignorar es el descarte que existe en esta red social, como si conocer personas fuera una especie de mercado donde se puede elegir un producto y repudiar otro.

AVARICIA: LinkedIn

Últimamente, tener el LinkedIn actualizado es uno de los requisitos apremiantes para aquellos que buscan empleo; o bien, para aquellas empresas que reclutan.

El dinero está en juego entre el perfil que ofrece más, o aquel que, por necesidad, se dispone a perder y acepta menos. 

Caso contrario, hay quien busca ganar mucho por el menor esfuerzo, pero rara vez es un juego de “ganar-ganar”. Es, efectivamente, una red donde uno busca aprovecharse de la necesidad del otro. 

ENVIDIA: Pinterest

¿Alguna vez entraste a Pinterest con la intención de mirar lugares, ropa, autos u otras cosas que no puedes tener? Ese anhelo podría ser el germen de este pecado capital.

Y es que, es raro que en esta red social no haya algo hermoso, lujoso, anhelable y, por supuesto, recreable, con ayuda de sus tableros para guardar los famosos pines. Es el recordatorio de lo bien que te podría ir en la vida, pero que ya tienen otros. 

IRA: Twitter

Finalmente, a esta red social solo le hace falta el sonido de la campana de un ring, pues desde su creación, ha sido el escenario de debates, ataques e incluso muchos usuarios lo usan como buzón de quejas contra el mal servicio de alguna empresa o institución.

No lo olvidemos: la ira es contagiosa, y eso se refleja en el sinfín de hilos de esta red en la que, con pocas palabras, es fácil ironizar, insultar; en fin, sucumbir a la ira.

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¿Son malas las redes sociales?

 
 
 
 
 
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Con esto no queremos decir que las redes sociales sean malas. Recordemos que con una piedra se puede golpear a alguien o construir un castillo.

El secreto para no caer en estos pecados es la reflexión sobre el uso que le estemos dado a las redes en las que tengamos perfiles.

Aprovechemos esta Cuaresma para vivir una vida digital más sana, encaminada al bien, y contemplando a Dios en cada palabra, imagen; en fin, en cada clic.

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