En esta ocasión vamos a ver el tema de la creación de Adán y Eva, es el segundo relato de la creación. Está descrito en el libro del Génesis, en el capítulo 2. Es un relato un poco extenso, del cual iremos tomando las partes más importantes. 

Por: Escuela de Fe Católica

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ADÁN Y EVA: ¿UN ADAN O MUCHOS ADANES?

 

Antes de empezar el tema, debo aclarar que, en este relato, la Biblia no se propone iniciar una discusión acerca de lo que pasó en la prehistoria de la humanidad: si el género humano desciende de una sola pareja o varias. Eso queda a la ciencia investigarlo. Y si una sola pareja pecó o fueron varias, es algo que, en realidad, no tiene importancia. San Pablo lo explica en la Carta a los Romanos 5, 17ss: “Si bien reinó la muerte por culpa de uno solo, con mucha más razón gracias a uno solo, Jesucristo, todos aquellos que aprovechan el derroche de la gracia y el don de la justicia, reinarán en la vida.
Pues si es verdad que una sola transgresión acarreó sentencia de muerte para todos, asimismo la absolución merecida por uno solo procuró perdón y vida para todos”.

EL PECADO CAPITAL

Con respecto a la realidad del pecado original, la Iglesia enseña lo siguiente en el Catecismo de la Iglesia Católica (CIC), que es un compendio de toda la doctrina católica: “El relato de la caída utiliza un lenguaje hecho de imágenes, pero afirma un acontecimiento primordial, un hecho que tuvo lugar al principio de la historia del hombre. La Revelación nos da la certeza de fe de que toda la historia humana está marcada por el pecado original, libremente cometido por nuestros primeros padres” (CIC #390). Hecha esa aclaración, comenzamos.

Tentación

Tentación

EL JARDIN DEL EDEN

 

En Génesis Capitulo 2, versículos 8 al 14, el relato nos dice que “Yahvé Dios plantó un jardín llamado Edén. Había muchos tipos de árboles agradables a la vista y buenos para comer. Y en el centro de ese jardín puso dos árboles: el árbol de la vida y el árbol de la ciencia del bien y el mal”. Se nos da una ubicación geográfica y nos menciona varios ríos desconocidos a la fecha, pero menciona dos que sí conocemos: El Edén habría estado situado entre los ríos Tigris y Éufrates, en el Oriente Medio en lo que actualmente vendría siendo Irak. Para entender un poco más esta referencia, debemos saber que este pasaje fue escrito durante el destierro del pueblo de Israel hacia el imperio Babilónico entre los años 586 al 538 a. C. Seguramente el hagiógrafo conoció la riqueza forestal de la región y la belleza de los famosos jardines de Babilonia, ubicados precisamente en esos lugares y catalogados como una de las 7 maravillas del mundo antiguo.

 

SOPLÓ EN SU NARIZ ALIENTO DE VIDA

En el versículo 7 nos dice la Biblia: “Yahvé Dios formó al hombre con polvo de la tierra. Sopló en su nariz un aliento de vida y el hombre tuvo aliento y vida”. El aliento en el antiguo testamento representa el espíritu. En este caso el espíritu de Dios que, a partir de ese momento, habita en el ser humano. Debemos notar que Dios no hizo lo mismo con ningún animal: a todos los animales Dios simplemente los crea, pero sólo al ser humano le infunde su aliento de vida. Refleja de esta manera un trato preferente hacia el ser humano y una categoría especial, pues es el único ser que lleva en sí el espíritu de Dios.

 

EL TRABAJO

 

Dice el versículo 15: “Yahvé Dios tomó al hombre y lo puso en el jardín del Edén para que lo cultivara y lo cuidara”. Este versículo tiene un punto muy interesante. Es la primera vez que se menciona en las Sagradas Escrituras el tema del trabajo. Ojo: Hay gente que cree que antes del pecado el ser humano no tenía que trabajar, sino que el trabajo vino como consecuencia del pecado. Incluso hay una canción de hace tiempo que decía que el trabajo lo hizo Dios como castigo (El negrito del batey, Medardo Guzmán, 1955). No, no, no, es totalmente incorrecto. Este pasaje nos aclara esa
idea: Dios pone al hombre en el Edén para que lo cultive y lo cuide. Eso nos dice que el trabajo es algo bueno, positivo, querido y planeado por Dios.

Entonces, no debemos tener en nuestra mente la idea de que el trabajo es algo malo. Más tarde Jesús retoma esta idea en el Evangelio de San Juan capítulo 5, versículo 17: “Mi padre sigue trabajando y yo también trabajo”. Ahí Jesús nos recuerda que Dios continúa creando. Posiblemente en este momento Dios está creando nuevas galaxias, nuevos mundos, en lugares remotos y sin duda sigue creando vida en nuestro planeta, incluyendo las
almas de los nuevos bebés. Jesús, a ejemplo de Su Padre, continúa su misión salvadora. Y eso es una invitación para todos, para darle una dimensión divina a nuestro trabajo, mejorando nuestro mundo de la mano de Dios.

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DOMINIO SOBRE LA CREACION

 

En el versículo 20 dice que “el hombre puso nombre a todos los animales, a las aves del cielo y a las fieras salvajes”. En la mentalidad judía, el poner nombre a algo es tener una autoridad, un mando sobre esa criatura. Entonces el ser humano es el que tiene esa autoridad sobre los animales, las aves del cielo y las fieras salvajes.

 

UNA AUXILIAR A SU SEMEJANZA

 

En el versículo 18 dicen las Escrituras: “Yahvé Dios dijo: No es bueno que el hombre esté solo, voy a hacerle una auxiliar a su semejanza”. Y en el versículo 20 dice que al poner nombre a los animales “No se encontró a ninguno que estuviera a su altura y lo ayudara”. Entonces, “Yahvé hizo caer al hombre en un sueño profundo y éste se durmió. Le sacó una de sus costillas y rellenó el hueco con carne. De la costilla que Yahvé había sacado al hombre formó una mujer y la llevó ante el hombre”. Si el hueso lo hubiera sacado de la cabeza, la mujer hubiera sido superior. Si lo hubiera sacado de los pies, indicaría que es inferior. El hecho de que tome la costilla simboliza la igualdad entre el hombre y la mujer. Y atención, que estamos hablando de relatos de hace 2500 años. Ya desde entonces, y mucho antes de las modas actuales Dios, nuestro Señor, nos estaba diciendo que el hombre y la mujer son iguales en derecho y dignidad. Continúa el relato: “Ante eso, el hombre exclamó: “Esta sí es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Ésta será llamada varona, porque del varón ha sido tomada”.

 

LA UNION MATRIMONIAL

 

El versículo 24 dice: “Por eso el hombre deja a su padre y a su madre para unirse a su mujer y pasan a ser una sola carne”. Ya desde aquí se está viendo en las Sagradas Escrituras como el hombre y la mujer están llamados a formar una nueva pareja, una nueva familia según el plan y la visión de Dios. Este hecho es retomado por Jesús, en el Evangelio según San Mateo capítulo 19, versículo 5. En este pasaje le preguntan los fariseos: “¿Le está permitido a un hombre divorciarse de su mujer por cualquier motivo?” Y en aquella época sí se podía, aunque sólo por parte del hombre. A
esto Jesús responde: “¿No han leído que el creador al principio los hizo hombre y mujer? Por eso el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá con su mujer y serán los dos una sola carne. De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Pues bien, lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre”. En el evangelio Jesús cita específicamente este pasaje del Génesis y les recuerda que el divorcio NO forma parte del plan divino.

 

EL MANDAMIENTO

 

En el versículo 16 Dios le dio al hombre un mandamiento. Le dice: “puedes comer todo lo que quieras de los árboles del jardín, pero no comerás del árbol de la ciencia del bien y el mal. El día que comas de él ten la seguridad que morirás”. No le da más datos, sólo le pide tener confianza en Él, aunque sí le aclara que, si desobedece, morirá.

 

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¿UNA MANZANA?

 

En el versículo 9 se nos dice que “en el jardín del Edén estaban el árbol de la vida y el árbol de la ciencia del bien y el mal”. A lo largo de los siglos muchos han representado la fruta del pecado como una manzana. ¿Cuál es el origen de esta interpretación? Sucede que hacia el s. IV d.C. se tradujo la Biblia del hebreo y griego, lenguas de eruditos, hacia el latín, que era la lengua que hablaba el pueblo. Y en latín la palabra “malum” quiere decir “mal (el árbol de la ciencia del bien y el mal), pero también quiere decir manzana. De ahí la confusión. No quiere decir que hubiera un árbol de
manzanas.

 

LA DESNUDEZ

 

En el versículo 25 las Sagradas Escrituras indican que “los dos estaban desnudos, hombre y mujer, pero no sentían vergüenza” ¿Por qué? Porque en esta frase la desnudez simboliza el estado original de gracia, pureza y santidad del ser humano, fruto de la estrecha amistad de ellos con Dios. Por eso la Escritura destaca que ambos estaban desnudos, pero no sentían vergüenza.

 

EL ESTADO DE GRACIA ORIGINAL

 

En este punto es bueno detenernos a reflexionar cómo era ese estado de gracia original. La Iglesia lo explica así en el Catecismo de la Iglesia Católica: “Por la irradiación de la gracia divina, todas las dimensiones de la vida del hombre estaban fortalecidas. Mientras permaneciese en la intimidad con Dios, el hombre no debía morir ni sufrir. La armonía interior de la persona humana, la armonía entre el hombre y la mujer, y, por último, la armonía de ellos con toda la creación constituía el estado llamado “justicia original”. El “dominio del mundo” que Dios había concedido al hombre desde el comienzo, se realizaba ante todo dentro del hombre como dominio de sí mismo. El hombre estaba íntegro y ordenado en todo su ser por estar libre de la concupiscencia que lo somete a los placeres de los sentidos, a la apetencia de los bienes terrenos y a la afirmación de sí contra los imperativos de la razón… El trabajo no le es penoso, sino que es la colaboración del hombre y la mujer con Dios en el perfeccionamiento de la creación visible”. (CIC n. 376 – 378).

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