Reflexión del Pbro. Victoriano de Jesús Ibáñez Hernández, encargado de la Pastoral Juvenil de la Diócesis de Azcapotzalco.
Señor, es demasiado.
Si ya me has dado todo.
Era nada y ahora existo, miro alrededor y veo un mundo portentoso y maravilloso que no he creado, una vida increíble que es toda ella un milagro cada instante de su existencia.
Como parar de admirarme, si cada uno de mis ojos vale tanto que no puedo pagar con nada tal maravilla, cuanto menos mi cerebro o mi corazón, o cada parte de mí.
Ah Señor, si cada maravilla de la creación vale tanto, que bien valdría la pena esforzarse y trabajar por ellas; cuanto más cada parte de mi cuerpo que estoy dispuesto a sufrir un poco ya que todo me lo has dado.
Si así es de la creación y aún en ella me ofreces el ciento por uno, cuando algo te ofrezco de lo que tu me has dado para corresponder un poco a tu amor.
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Aún me quedas Tú
Como no trabajar, como no sudar, sufrir un poco y aún aceptar la persecución ante tanto que se me ha dado y que bien vale cada gota de sudor y sangre.
¡Oh admirable locura!
Y después de tanto dado, y aún el ciento ofrecido por cada acto de amor, después de todo…
Aún me quedas Tú,
la Perla de gran precio,
el tesoro escondido.
Tu cuerpo, tu sangre, tu vida, tu amor.
La eternidad, alegría y paz, amor sin fin.
En verdad, Señor, si comprendiéramos la inmensa ganancia que nos has dado y que aún más nos espera, no escatimaríamos ningún cansancio, sufrimiento o persecución.
Danos entender, danos comprender Señor, ciento por uno y la vida eterna…a través de la cruz.
Aquí estoy Señor, lo dejo todo por seguirte, pues en ti, lo encuentro todo y todo lo tengo.