“Esta planeación ha sido un trabajo de escucha, sobre todo de aquellas voces que no coinciden con nosotros.”
-Adolfo Miguel Castaño Fonseca, Obispo de Azcapotzalco
Estamos en nuestro primer día de Asamblea General de la Diócesis, donde nuestro Obispo nos invita a trabajar en sintonía, con el Espíritu Santo como Guía.
Un análisis objetivo de la realidad ha sido crucial, “incluso de aquellos que nos atacan y se han ido de la Iglesia”.
Hemos tenido desafíos por motivos de la pandemia. “Incluso de cierta impotencia. Pero es Dios quien nos pone este desafío, que nos ha ayudado a madurar. Las crisis son oportunidades, si las sabemos canalizar”. Es así como debemos aterrizar nuestro plan pastoral, que no se trate de una teoría bonita de la sinodalidad. La autocrítica es importante, pero necesitamos ver por fuera y confrontar la realidad con el evangelio”.
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Padre Meave: “La historia es parte de lo que estamos trabajando”
El padre Meave nos exhorta a ver las diferencias entre planeación, plan y acción: “la planeación es un proceso de toma de decisiones con la capacidad de rejuvenecernos, actualizar, renovar y reorganizar la acción. Esta, por su parte, es el acto de intervenir en la realidad, y el plan es el registro de las acciones, un pequeño instrumento relativo para cumplirlo, pero que debe estar abierto a la emergencia”.
También nos compartió los factores que justifican la planeación: la complejidad de los problemas, la socialización y la tecnificación. Sobre esta última, debemos encontrarnos capaces de utilizarla para el bien dentro de nuestra planeación pastoral.
Entender la realidad es conocer nuestro entorno parroquial y decanal: “en los últimos años las comunidades han tenido un sinnúmero de cambios y transformaciones, tanto sociales, políticos, económicos y religiosos, afectando a la población, de manera positiva y negativa”. La conciencia de estos cambios es de suma importancia para nuestra planeación pastoral.
Por ejemplo, la falta de seguridad pública es un problema que afecta directamente a las actividades parroquiales, pues tienen menos participación. Esto ha convertido a los grupos parroquiales en grupos cerrados o poco abiertos para la participación de otros.
“Es importante el diálogo entre nuestras parroquias, para identificar los problemas y saber cuáles son los retos que estamos enfrentando”.
Entérate de más información sobre nuestras actividades en el sitio de la Diócesis de Azcapotzalco