El evangelio según san Lucas es rico en contenido teológico, comprendiendo diversos temas que lo caracterizan y diferencias de los otros evangelios. Descubramos cuáles son.

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Contenido teológico en el Evangelio según San Lucas

Lucas, el Evangelio del Espíritu Santo

Espíritu Santo

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En primer lugar, en el contenido teológico, San Lucas deja claro que su evangelio es para todos; es decir, para judíos y también paganos. Todos están llamados a seguir a Jesús, y considera importante lo que se anunció en el Antiguo Testamento (es la figura de la paloma, representación del Espíritu Santo, que aparece desde el Diluvio).

Este Evangelio da una importancia fundamental a la acción del Espíritu Santo, como un conductor en la historia de la Salvación. Es este el que va forjando la historia.

 

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Lucas, el evangelio de la misericordia y el perdón

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San Lucas pone como relieve las escenas de la misericordia de Dios, que es ilimitado y se extiende a los pecadores y paganos, no sólo a los judíos.

El capítulo 15: concentra 3 parábolas, llamadas las parábolas de la misericordia. Parte de la introducción de este capítulo describe quienes se acercaban a Jesús para escucharlo, como publicanos y pecadores. Posteriormente, encontramos estas 3 parábolas:

  • La oveja perdida: se centra en haber encontrado a la oveja perdida y la alegría por el pecador que se arrepiente.
  • La moneda: habla sobre la alegría
  • El hijo pródigo: tiene muchos aspectos que habla de la figura misericordiosa del padre.

Su mensaje no se limita al contexto en que comparte estas parábolas: también se dirige a nosotros, sobre la actitud que debemos tener con otros, con los menos favorecidos.

La misericordia también se expresa a través del perdón, cuya palabra significa “pobreza del corazón”. Como ejemplo, tenemos en Lucas 7, 36-50, a la pecadora que se arrepiente;  en Lucas 19, 1-10 encontramos a Zaqueo, cobrador de impuestos, cuyo personaje era de las personas más despreciables (cobraban el impuesto para los invasores, el imperio romano y, por tanto, traidores a la patria; recogían las efigies que tenían los emperadores, con inscripciones que eran blasfemas.

Y, en 23, 34, la frase que pronuncia Jesús en su agonía: “Padre, perdónalos, no saben lo que hacen”.

Por otro lado, en ese mismo pasaje hay una invitación a la misericordia (23,48): la multitud que se golpea el pecho.

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El Evangelio de la oración

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“Señor, enséñanos a orar”, es una de las frases clave en la que el autor nos señala el tema apremiante sobre la importancia de la oración; es decir, el diálogo con Dios que siempre debe estar presente en nuestras vidas.

Para Cristo, orar no es una enseñanza teórica ni metodológica. Cualquier método puede ser bueno siempre y cuando haya actitud. Jesús no ofrece una enseñanza teórica, sino de su experiencia. Es algo vivencial y no les enseña una fórmula.

El Padre Nuestro muestra lo esencial de la oración: santificar el nombre, el reino, el pan (hace referencia al maná y a confiar en la providencia); el perdón de los pecados y la tentación.

La oración ocupa un lugar muy importante en este evangelio, porque Jesús mismo se encuentra en actitud orante de forma constante.

Cabe señalar que existen muchos tipos de oración: alabanza, acción de gracias, de súplica y súplica de perdón.

Los evangelios son una catequesis y una pedagogía para aprender a tener actitudes, entre ellas, la de la oración.

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