Pbro. Jesús María Sánchez, 9 de enero 2025

La razón fundamental del Jubileo que estamos convocado por el Papa Francisco el 9 de mayo de 2024, es que peregrinemos juntos hacia Cristo nuestra esperanza de vida, Buen Pastor, que da la vida (Jn 10, 11) y da su vida a sus ovejas (Jn 10, 10b), quien es también la puerta de las ovejas (Jn 10, 7 y 9). Él es la puerta para llegar a la misericordia del Padre, y además puerta de ingreso al Reino de los cielos. Para qué así reanimemos la esperanza en el poder de su Espíritu Santo por el que el Señor nos libera del pecado, del odio y de la muerte, como también derrama el amor en nuestros corazones, por lo que la esperanza no queda defraudada.

Él ha encomendado al portero abrir la puerta al pastor y a su infinita misericordia, y ser custodio y defensor del redil (Jn 10, 3), ese portero es justamente Pedro (Mt 16, 18-19) y sus sucesores. Como lo enseña el Papa Paulo VI:

“el unigénito Hijo de Dios… adquirió un tesoro[1] para la Iglesia militante.,. Y este tesoro… lo confió a Pedro, clavero del cielo, y a sus sucesores, sus vicarios en la tierra, para distribuirlo saludablemente a los fieles, y por motivos justos y razonables, para ser aplicado a la remisión total o parcial de la pena temporal debida por los pecados, tanto de forma general como especial (según les pareciera voluntad de Dios) a los fieles verdaderamente arrepentidos y confesados (Paulo VI Constitución Apostólica Indulgentiarum Doctrina 7).

Es tesoro son “el valor infinito… que los méritos de Cristo tienen delante de Dios” (Indulgentiarum Doctrina 5 §3) «en quien la satisfacción y los méritos de la redención siguen existiendo y conservan su eficacia» – porque él intercede ininterrumpidamente por nosotros ante Dios Padre – «Este tesoro incluye también las oraciones y las buenas obras de la bienaventurada Virgen María… Al tesoro pertenecen además las oraciones y obras buenas de todos los santos» pues su unión a la intercesión de Cristo para que seamos salvos y bendecidos en la tierra es ahora más eficaz en el cielo, así por sus buenas obras y con la ofrenda de sí mismos por la salvación de la humanidad, cooperan en la salvación de sus hermanos dentro del cuerpo místico (Catecismo de la Iglesia Católica 1476-1477).

Papa Francisco

Esto es justo la acción fundamental del Año Jubilar impulsada por iniciativa del Siervo de los Siervos de Dios, el Papa: abrir la puerta de la misericordia amorosa del Padre manifestada en Cristo crucificado para el perdón de los pecados y el rescate de la humanidad del poder de las tinieblas y de su consecuencia, que es el odio. Para que rescatada del pecado y sanada y purificada de las consecuencias del pecado, la comunidad de bautizados peregrine en el mundo hacia el final de los tiempos, animada por la esperanza de la redención que tiene la Iglesia, en el cielo nuevo y la tierra nueva (Oración del Jubileo 2025), en donde Dios “ habitará con ellos, ellos serán su pueblo, y el mismo Dios estará con ellos. El secará todas sus lágrimas, y no habrá más muerte, ni habrá llantos, ni gritos ni fatigas, porque el mundo viejo ha pasado” (Ap 21, 3).

De manera que ante una realidad donde la humanidad ve a muchas poblaciones oprimidas por la brutalidad de la violencia (Spes non confundit 8) no se caiga en la “tentación de considerarnos superados por el mal y la violencia” (Spes non confundit 7), ni peregrinemos hacia la desilusión y la desesperanza de la vida, en las que muchos se encuentran ya atrapados.

Por ello el papa manifiesta la esperanza de que este jubileo sea

“para todos un momento de encuentro vivo y personal con el Señor Jesús, «puerta» de salvación (cf. Jn 10,7.9); con Él, a quien la Iglesia tiene la misión de anunciar siempre, en todas partes y a todos como «nuestra esperanza» (1 Tm 1,1)” (Spes non Confundit 1).

Un encuentro que comienza con la experiencia del amor misericordioso de Dios en el sacramento de la penitencia por el que somos rescatados del pecado y del odio, para estar preparados para recibir la indulgencia jubilar; encuentro que debe culminar en el encuentro con los hermanos, en acciones de fraternidad y misericordia, así como en la intercesión por los difuntos, para reavivar la esperanza en el amor de Dios, que el Espíritu Santo derrama en nuestros corazones, y por quien la esperanza de participar en la gloria de Dios no queda defraudada (cfr. Rm 5, 2 y 5).

Por ello el Papa invita encarecidamente a que las iglesias jubilares puedan ser “oasis de espiritualidad en los cuales revitalizar el camino de la fe y beber de los manantiales de la esperanza, sobre todo acercándose al sacramento de la Reconciliación, punto de partida insustituible para un verdadero camino de conversión…” De manera que “en las Iglesias particulares se cuide de modo especial la preparación de los sacerdotes y de los fieles para las confesiones y el acceso al sacramento en su forma individual.”(Spes non Confundit 5).

[1]Tesoro de la Iglesia, en:

https://mercaba.org/DicEC/T/tesoro_de_la_iglesia.htm#:~:text=El%20papa%20describe%20la%20sangre,las%20llaves%2C%20y%20a%20sus%20sucesores.

Descubre más información sobre el Jubileo 2025 y vivir tu fe  en Diócesis de Azcapotzalco